sábado, 19 de febrero de 2011

Un mambo para el “Chino” Domínguez

Me abruma. Carajo, que este señor que se llama Carlos Domínguez Hernández (Lima, 1933-2011) se tome la libertad de morirse en pleno verano. Y con este sol y con esta calor y con esta eterna sed. Señor Don Chino –como le decía Guillermo Thorndike—, está bien. Es su decisión. Conste que de tanta vida uno se muera también en el Perú. Y yo, y tú, y él, y ella. Las 5 zambas, las 4 chinas, las 3 en una, la matalascallando, la coja pasión, y el panzón, y tombo, y la fiscal y la del vestido rojo, y la de la pensión y la de la pasión. Y el magistrado y la ministra y la abogada y la “chuchumeca” y la “amiquechucha”, se inmortalicen. Pero tú, Carlos Domínguez, no.

Porque tú eres mi padre poeta y no te mueres porque aquí frente mío está tu foto. Esa que me tomaste en la Plaza San Martín, con palomas, con el viento en contra, con la quinta maña, con la tos convulsiva. Y me dejaste solo, como huevo en cebiche. Y hasta ahora no se me calma la huasamandrapa, ni con la Negra Norma ni la Chola Caderona que me han velado en la pose del loto y sin catafalco, y sin esdrújulas porque tengo seco mi abecedario que una lágrima enjuaga ese pitecántropos que me pone duro.

Y mientras te escribo esta primera misiva con sello celestial, te estoy abrazando como a mi papá que se murió de júbilo frente a la playa de La Herradura. Y franco, franco, estoy escuchando a nuestro maestro Dámaso Pérez Prado en su “Mambo en Sax” que tanto nos gusta: http://www.youtube.com/watch?v=vNvBF-Snj4o. Que para eso íbamos donde Vallejo a comprarnos esas tabas en blanco y negro, esas de pachucos pendejos para terminar donde La Valentina y meter mano, y meter lengua, y meterla toda y la alquimia, y la metafísica y el kilo de lomo, y la guardia vieja, y la nueva trova, y el Seco de Gato y el Jugo de Tablón donde Abraham Falcón. Pero había el mitin, y la huelga de hambre, y los brazos caídos, y Celia Cruz y dale a esa buenamoza, y tómate un pisco en ayunas como Toto Terry, y luego nos vamos donde Betty Di Roma a chequear si la celulitis le quemó las nalgas. Y que se espere Pablo Macera que vive al frente, porque la historia la registras tú. Y nos cantamos un valse de Pablo Casas Padilla y luego otro huaracazo entre pecho y espalda.

Señor Chino. Que entre todos los ataúdes, el tuyo es el más bello. Y ahí estás tomándole fotos a la asfixia, a los gladiolos de tus riñones. Y ahí estás haciéndole foco a la eternidad. Ahí estás para cerrar la función y para que tus hijos te señalen con su corazón en ristre. Para que los poetas de Hora Zero sepan que eras un bello testarudo que hiciste de tu vida la mejor fotografía. Esa que iluminará mi casa porque hombres como tú no se mueren, solo se quedan encantados, y te repito este poema de Jorge Pimentel, y solo para que no se vele mi llanto:

http://www.facebook.com/video/video.php?v=100331789977601

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Señor Chino. Y entre todos los ataúdes el tuyo es el más bello. Y ahí estás tomándole fotos a la asfixia, a los gladiolos de tus riñones. Y ahí estás haciéndole foco a la eternidad. Ahí estás para cerrar la función y para que tus hijos te señalen con su corazón en ristre”.


1 comentario:

  1. Lo más triste para un periodista es redactar el aviso de defunción del más entrañable colega. Me intriga saber con cuántas pulsaciones escribiste toda esta belleza que puede ser la última fotografía del amigo que se fue. Mambo, ron y pisco para todos en el Cordano, el Tobara, el César y Don Julio que la tristeza nacional paga la cuenta...

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