sábado, 13 de noviembre de 2010
Investigar & Escribir 13/11/2010
Me apura. Solo se hace periodismo cuando se investiga. Un texto mediático es el producto de la inmersión y la entrevista. ¿Deportes? Sí. ¿Espectáculos? También. ¿Política? Más. Vale la intuición pero más, la técnica escudriñadora. Ricardo Uceda, maestro. Gustavo Gorriti, ducho. Es obligación leerlos, solo por nombrar a un par. El Perú es un mapa de tesoros e inopias, invisibles y subrepticios. De fracturas tectónicas no solo huesudas. También epidérmicas. Tocas con tu meñique y salta la pus, ya lo dijeron. ¿Leguía? Sí, pero antes. ¿Fujimori? Más y sigue. De ahí el merito de Vargas Llosa. Hace novela investigando. Odría en “Conversación en la catedral” está retratado tal cual, el sátrapa que fue. Y de la última, “El Sueño del celta”: el irlandés Roger Casement –personaje de la poética del concienzudo—es el redivivo Conrad en el mismo corazón de las tinieblas.
Casement fue ese paladín que se trincó en el Congo de principios del XX –ahí el rey Leopoldo II de Bélgica, se dice, mató 15 millones de nativos-- contra el tejido de tarántulas, el cenagal de cocodrilos y la charca de colonos miserables. Y era marica. Y está retratado con fogosidad y arrebato en la última novela de nuestro Nobel. Librazo de jijuneta. Texto para colegío y pinacoteca. Casement investigado como se debe sondear a un alma dificultosa. ¿Quién no lo es? Digo, acaso Julio César Arana (Rioja 1864 – Magdalena del Mar 1952). Curioso, nació el mismo año que el irlandés pero pateaba con la otra pierna. Como el Casement, Arana fue un Coronel Kurtz, no en Camboya sino en Putumayo. Y forjó un imperio a partir de la Peruvian Amazon Company, con matriz en Londres. El inmenso Mark Twain lo ubica como un criminal, el juez Carlos A. Valcárcel en su formidable texto, lo pinta como un genocida y Richard Collier lo llama “El barón del caucho”.
Arana, es una sombra que me persigue. Supongo que MVLl. lo tiene en la mira. Y como él, hay otros sujetos dignos de estar ajusticiados por la pluma del periodismo y la no ficción. Hiram Bingham –se tiró 46,332 piezas arqueológicas de Machu Picchu—por ejemplo. Y acaso el ladrón Mariano Ignacio Prado, quien desertó de las funciones de presidente del Perú, no merece estar en ese listado de nuestra historia nacional de la infamia. Cierto. No hablo de Fujimori, que ese es carterista. Digo, que ‘el celta’ de Vargas Llosa es una provocación para hacer del periodismo un ejercicio de dignidad y honradez. Ahí la prensa y la poesía, es la mejor erótica de nuestra quimera realmente existente.
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